lunes, 26 de febrero de 2007

Carnavales eran los de antes

¡Agarrame el pomo!

Siempre, alguien, algunos, dicen que los carnavales eran más lindos mucho antes de los que vivimos hoy. Algunos añoran la doble mano de las noches carnavaleras de la avenida 29; algunos más dicen que el uso de papel picado y los lanza perfume no tienen parangón con el molesto chorro de la espuma. Para los de entonces la alegría de los bailes de carnaval justificaban todo sufrimiento previo, la espera agobiante de las pasadas, las mascaritas y la ruda macho. Los de ahora esperan el final del corso para comerse un choripán - cita predilecta y obligada de todo aquel conocedor de las noches carnavalesca mercedinas -, porque dicen que no hay otro choripán como los de los corsos.
Más acá están los defensores de la mano única, de las gradas y las vallas para mejorar el espectáculo de la fiesta de Momo. Más luminarias, más espacio para el buen desplazamiento de los conjuntos murgueros y las comparsas. Pero tanto mejoramiento se desluce cuando al pagar la entrada a las sillas y sentarse en los sectores de las cuadras de 26 a 28 ó de 24 a 22 uno se da cuenta que el show, la pasada, está armada para el palco oficial, para los adelantados ocupantes de las gradas de la municipalidad. Ahí sí da gusto pagar tres pesos para ver, para mirar todo el despliegue que las comparsas hacen! Pero ¿ y el resto de la gente?
Fácil una hora tardó el inicio del corso en su última noche. Los números pasaron, esperaron, entretuvieron y hasta aburrieron mientras los de adelante completaban "los rituales" - pleitesías al poder en una fiesta que según los estudiosos no le rinde honores a nadie -. Hablando en criollo, parecían todos muy predispuestos a congraciarse - por no decir chupar las medias - con el jurado. Y es que el espectáculo se desmerece de esta manera. No hay pasada. Todo es una farsa para hacerle el show a la autoridad.
Sería bueno que revean el sistema de pasadas y los tiempos. Un ejemplo de cómo se hace una pasada la dio la gente de Gualeguaychú, la comparsa O Bahía, que de principio a fin entretuvieron, animaron, alentaron y hasta hicieron bailar, saltar y gritar a todo el público presente - desde el perejil que miraba sentado en las sillas hasta el más pobre que pispeaba detrás de las vallas -.
Ameritan una serie de cambios estos corsos locales mercedinos. Sinó la gente se va a aburrir y de las gradas pasarán a mirarlo por televisión y de ahí a comerse un choripan al Comunicaciones. Para no perder la costumbre. Vió.

No hay comentarios: