lunes, 28 de julio de 2008

Ciudadanía y participación política

¿Elogio de la ingenuidad?





"El hombre por el solo hecho de vivir, es un ser ´comprometido´ ya desde su nacimiento hasta su muerte" Leopoldo Marechal en "El poeta depuesto" en Cuaderno de navegación, Ed. Seix Barral, 2008.



Cuando uno escucha por la calle que los simpatizantes del campo se jactan de la "victoria" del senado; cuando los opinadores de toda laya dispersan la opinión sobre la "derrota" del gobierno; cuando las sonrisas aparecen ante la foto de un vicepresidente con el título de "El Judas de los Kirchner" uno no puede menos que sentir cierta indignación, cierto dolor por el reduccionismo y el simplismo con que tomamos las cosas en esta sociedad.

Dentro de este discurso arribista, altanero, injuriante, se esconden muchos prejuicios, muchos argumentos falaces y una burla generalizada a todos aquellos que, de una u otra manera, defendiendo lo que creen justo, toman partido por la política. No por la política partidaria, ni la corporativa, por la politica a secas, llana, imprescindible.

Muchos serían calificados como los perejiles, los ingenuos, los idiotas que siguen el canto de sirena de sus dirigentes, de los referentes políticos o ideológicos. Pareciera que tomar partido por una política, un proyecto de país o por simples ideales no es una actitud a valorar. No son ejemplos a seguir.

Hay un discurso social instalado que denosta el compromiso, que ningunea la postura de confrontación de ideas, de debate, que rechaza la militancia y pensamiento crítico independiente.

Lo generalizado es esa postura previa a un desangelado ciudadano que no piensa, no pregunta, no critica profundamente y acepta todo cuanto los medios y el poder le dan. Un ciudadano que apela a sus derechos de consumidor y usuario siempre que sus intereses económicos y de bienestar son señalados o criticados. Un consumista que mira la realidad que lo rodea a través de lo que la prensa le ofrece sin cuestionar nada de lo que ve.

"Si no lo veo, no lo creo" es la frase repetida como un mantra entre los incrédulos beneficiarios de las políticas neoliberales. "Con Menem estábamos mejores." es otra frase predilecta de estos aduladores de la mercadocracia y del dinero fácil.

¿Qué decir de aquellos que abrazaron un ideal social y dieron su vida por ello?

¿Qué piensan de los desaparecidos?

¿Cuál es la verdad a la que están atados con sus palabras de menosprecio?

¿Será ingenuo creer en una política que propone una sociedad más justa y equitativa?

¿Dónde queda la esperanza?



El fín de semana apareció en el diario Página 12 un suplemento sobre el peronismo que escribe José Pablo Feinmann. En el suplemento habla sobre John William Cooke y su diferencia con Perón expresada en la correspondencia que mantuvieron deurante largo tiempo. En ese texto Feinmann escribe: "Nadie puede luchar, arriesgar la vida y hasta morir sin una esperanza sólida que lo impulse" ¿Ingenuos aquellos? ¿Los luchadores sociales, fueron y son ingenuos?

¿El Che, Bolivar, SAn Martin, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, los treinta mil desaparcidos, los indígenas del noroeste argentino, los zapatistas, los estudiantes del Mayo Frances, los estudiantes de la Plaza Tlatelolco, de los republicanos - socialistas - anarquistas - comunistas de la guerra civil española y tantos otros luchadores sociales son ingenuos al abrazar una causa?

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