miércoles, 23 de abril de 2008

Sol de otoño: la ciudad encantada



En memoria a Manolo



A pesar del humo que invade todo, la ciudad tiene una aire calmo. El sol otoñal da un tinte casi mágico a las tardecitas mercedinas. La avenida 40 y casi todas las calles se bañan de hojas secas, amarillas, crugientes.

Mercedes en otoño guarda un aspecto melancólico, nostálgico. Las veredas solitarias, a la hora de la siesta, invitan a la contemplación, al despojo de los problemas y el disfrute del calor otoñal.

En ese estado de encantamiento las casas parecen compartir el mismo disfrute del sol. Las fachadas de ladrillo, los zaguanes y las celosías plegadas se bañan gustosas en los rayos cálidos de luz.

En la esquina de la 36 y 23, en la vereda donde el sol de la tarde pega de lleno, se levanta la casa de Manolo Garansini. Manolo era, por que falleció no hace un año, uno de esos personajes inolvidables y queribles de los pueblos.

Manolo iba con su humanidad y sus cruces por la vida, por las calles de Mercedes, ganándose la vida: vendiendo diarios, cortando pasto, arreglando cercas y veredas. Excelente jugador de ajedrés. Con el zapín, un cuchillito y la escoba se lo solía ver a Manolo arrodillado en los cordones de las veredas sacando los yuyos que se empecinan en crecer en los recovecos, en las grietas de las baldosas.

A pesar de su enfermedad se lo podía encontrar en la calle caminando con la frente alta. No dependía de nadie. Sólo de sí mismo.

El vino era uno de los pocos amigos que le seguían su paso y Manolo buscaba el descanso en ese elixir. A pesar de su aparente soledad, cuando una mano sombría prendió fuego su casa, los vecinos del barrio acudieron a ayudar en la reconstrucción de la misma.

Ahora esa casa está en venta. Solitaria, testigo mudo del paso de un ser querible por esta ciudad.

El calorcito adormece. El otoño cobija a la ciudad en la siesta. En esta Mercedes encantada Manolo se pasea por las veredas, observando los yuyitos que brotan en las grietas. Entrañable ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Señor: Un gusto, me arrancó unos minutos de emoción. No es poca cosa ¿no? Lo felicito por este espacio al que llegué azarosamente. Un gran abrazo. Gerardo Simonet

octavio fiorelli dijo...

Gerardo: te agradezco el comentario y espero puedas recorrer las entradas de este blog con el mismo espíritu de asombro. Creo que compartimos las mismas calles y las mismas inquietudes. Gracias por el comentario nuevamente.