Diario de Mr. Maker
Luego del molesto sonido - ruido - que taladraba mis oidos, tomé un taxi en la quinta avenida y Central park sur y me dirigí, sin sentido, hacia el sur. El conductor, un jamaiquino con aire de extranjero adaptado a las nuevas costumbres, me llevó sin preguntar por las calles de Manhattan. Tomamos directo por la quinta avenida y pasamos frente al Madison Square park, doblamos por el Canal Street directo al Holland tunnel. Cruzamos el río Hudson en diez minutos; el tráfico estaba calmo a esas horas.
Desde la otra orilla la gran manzana se ve como un gigante autista en su mundo de cristal. Mientras cruzabamos el río por el tunel, miré los bonos de las compañías que tanto habíamos cuidado: Merryl Linch Bank, AIG y otras. El broker debe estar a estas horas convulsionado. Las noticias vuelan rápido en la gran manzana y la bolsa había comenzado a dar indicios de las malas noticias.
El taxista, en su mundo de reagge, seguía manejando sin preguntar nada. Ni siquiera parecía observarme por el retrovisor. En un segundo miré el interior del taxi: impecable a pesar del origen del conductor. Miré la tarjeta de identificación y lo llamé por su nombre: - Hey, Robert. Quisieras tomar un refresco? Yo invito. - le dije y asintió con un gesto casi imperceptible.
Paramos en el primer Mac y encargamos unas bebidas.
Mi celular comenzó a sonar y vi los números de mis clientes en el visor. Lo apagué. No había nada que decir. El bipper se lo regalé a un niño que jugaba con su mascota en la vereda del Mac.
Las luces de la ciudad comenzaban a encenderse.
Robert me miró por primera vez y no hubo necesidad de un gesto.
- Sí, seguiré al aeropuerto. Directo al aeropuerto Robert.
El taxista manejó rumbo al aeropuerto por la autopista principal. Tomé mi notebook y conecté directamente con la empresa de viajes American Airlines. Reservación primer vuelo a Sur America. Destino? ... Buenos Aires.
Salida? 19.20 hs.
OK.
Tarjeta de crédito: Master
Abono en un pago.
- Reservación aceptada - Buen Viaje.
Confirmé mi correo y cerré la notebook.
- Qué bueno es poder salir de esta gran basura.. No, Robert?
El jamaiquino asintió mientras tomaba su Coke.
Ok. - Adiós baby. Chau, big city. Me tomo el primer avión a cualquier parte y me olvido de esta mierda.
El celular, mi rolex, la notebook, las acciones: todo era una gran mierda.
Mientras nos acercabamos al aeropuerto, el taxi tomó la bajada y entró en el acceso al sector embarque.
- Gracias, Robert. Quédate con el vuelto y buena suerte.
-Tank you, mister. Y buen viaje.
Me dirigí directo al mostrador de American y dí mis datos. La empleada me dió el pasaje y caminé a sector de espera para embarcarme en diez minutos.
Era la última vez que pisaba suelo norteamericano. Me dije a mí mismo.
La policía aeroportuaria revisaba los bolsos, pero como mi equipaje era mi maletín con papeles, no hubo necesidad de abrirlo, el escanner había hecho su trabajo y nada parecía ser peligroso.
- Buenos Aires, ahí voy.
- El que no salta es un cretino, el que no salta es un bandido, el que no salta es no es argentino.
Continuará ... MrMakerhistory.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario