martes, 2 de septiembre de 2008

Chile: sobre el golpe de Estado del 73.

El Palacio de la Moneda luego del bombardeo, durante el golpe de 1973 en Chile.

A 35 años de la muerte de Salvador Allende.





El 11 de septiembre de 1973, tenía apenas dos años de vida, un suceso se desataba con toda su violencia en la ciudad de Santiago de Chile. El gobierno democráticamente electo del presidente Salvador Allende era asediado y el golpe mortal estaba siendo ejecutado bajo la mirada vigilante de la CIA y los Estados Unidos.

Luego de una campaña electoral triunfal y posteriormente de un continuo lock out empresarial y de la clase alta chilena, el gobierno socialista chileno ve sus últimas horas en el Palacio de la Moneda. El presidente Allende atrincherado en su despacho junto a sus más cercanos colaboradores, siguen el desarrollo de la toma del poder por parte del ejercito insubordinado a las órdenes de un triunvirato de generales - entre ello Augusto Pinochet-.

Allende no depone su embestidura de presidente constitucionalmente elegido y los golpistas bombardeando la casa de gobierno, entran a sangre y fuego por el presidente testarudo.

Allende muere en su oficina. Los militares no pudieron doblegar su voluntad y nunca consiguieron la entrega del poder instituido de manos y por la palabra del político depuesto. En la Argentina ningún político ni presidente alguno tuvo el coraje y el valor de mantener con su vida aquel mandato que el pueblo le confirió: De la Rua huyendo por los techos de la Rosada emula el gesto de Isabelita Perón en 1976; el gesto equívoco del radical que huye de un país en llamas producto de su torpeza política y de su gobierno.

Esa misma fecha: 11 de septiembre, reune también el recordatorio de la muerte de Sarmiento, político argentino que también pisó suelo chileno - por 1800 y pico - huyendo de sus perseguidores políticos. En el cruce de los Andes escribe: "la ideas no se matan".

Cerca de cien años después los militares chilenos, haciendo caso omiso de la sentencia sarmientina, liquidan a uno de los pocos representantes, con poder legítimo, de las ideas trasnformadoras del socialismo en América Latina.

La historia tiene sus pliegues misteriosos.

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