viernes, 23 de noviembre de 2007

Acerca de duraznos y otros frutos

Lo que nos identifica y nos une



Próximamente se celebrará en Mercedes la fiesta Nacional del Durazno. Una tradicional fiesta que ocupa un lugar importante en el calendario de fiestas tradicionales en la ciudad, junto con los Corsos y la Fiesta del Salame.

Esta fiesta cumple más de 30 años de vigencia y como toda celebración, fue variando en el tiempo su significación originaria. Es que también las condiciones materiales que originaron esta fiesta han cambiado notoriamente.

Hace más de 30 años la ciudad de Mercedes era una de las más importantes zonas de cultivo de duraznos. Hasta existía una variedad netamente localista, con sabor y textura propia.

Cuentan los entendidos que el partido tenía cerca de 2.000 hectareas destinadas a la producción de durazno pero con el tiempo esa extensión se redujo a no más de 200 hectareas. ¿Qué fue lo que ocurrió en el lapso de 3 décadas?

El cambio climático, la proliferación de enfermedades, el auge del cultivo en otras áreas - San Pedro -, la escasa rentabilidad de la explotación hizo que la producción del durazno cayera estrepitósamente.

No obstante la importancia tradicional de la fiesta hizo que esta perdurara a pesar del panorama desalentador.

Irónicamente, algunos localistas describen a sus coetaneos con ingenio sarcástico y no dudan en recurrir a los frutos tradicionales para calificar el genio mercedino: Somos salames y duraznos - duros de cabeza, como los asnos -, o unos troncos para bailar y movernos.

En la Argentina el adjetivo salame denota cierto menosprecio por la persona así calificada. Es el típico tonto. Pero esto no significa que seamos tontos, los mercedinos, aunque la palabra se preste a intentar calificarnos como tales.

Estos productos típicamentes locales, que nos identifican frente a otras localidades, son "heredadas" del esfuerzo de los habitantes del campo: los gallegos e italianos que trabajaban la tierra en las quintas mercedinas. Aquellos inmigrantes que transportaron los productos de sus tierras originarias y sus saberes e idiosincracias.

Si ya de por sí es gracioso el mote de durazno o salame, imagínense ser la reina del salame. Aunque peor debe ser la reina de la leche, o del chorizo o del queso gruyere.
Somos así, somos lo que somos, y lo que comemos.
Tanto el embutido como el delicioso nectar del durazno, son alimentos nobles que nos enorgullece representar.
Bienvenida la próxima fiesta del durazno y todo su "glamour".

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