Comienza febrero y en la ciudad ya se respiran los aires del carnaval por venir. Se oye a lo lejos los golpes de las batucadas que ensayan cada vez con mayor intensidad los ritmos. Las comparsas se agrupan en distintos punto de Mercedes y al calor se suma el sudor de los ensayos, los pasos, los saltos.
Una postal posible para aquel visitante veraniego podrìa ser algunos de esos ensayos carnavalescos, sin los colores de los trajes que luciràn en las pasadas pero con el germen de la energìa que emanaràn cada agrupaciòn en las noches del corso.
Es que uno podrìa imaginar a estos grupos de jòvenes entusiastas como felices penitentes que a pesar del calor y de las horas hurtadas a las vacaciones, se juntan en los explayones de La Trocha ò de la Estaciòn Sarmiento, ò sobre la calle 3 lindante a la rotonda de la 40 y 1, ò en el predio de la gendarmerìa, para renovar un ritual que los fortifica en su identidad: murguistas, pasistas, repique, estandarte, aguatero. Es que en palabras de Coco Romero: "El carnaval es una cuestiòn religiosa", y no deja de tener razòn al ver el compromiso de esos bailarines y mùsicos que "religiosamente" se aglutinan para recrear una fiesta pagana.
El espìritu del carnaval se reaviva en cada integrante de las comparsas y murgas, se pasea por la gente que asiste a los corsos y se contagia en los chicos que juegan con las espumas.
Mercedes toma otros aires en esta època del año. La 29 se inunda de aromas diferentes que dan un toque especial: mezcla de choripàn, perfume de espuma y traspiraciòn.
La gente se agolpa en las veredas de la avenida principal para ver la pasada de los distintos grupos, las mascaritas revolotèan pispiando al conocido que tarde o temprano recibirà una cargada o una tunda jocosa - cuando no una venganza encubierta -.
La calle es el escenario de esta fiesta popular que hace ya màs de cien años se repite en esta ciudad. Esperemos que por muchos años màs.
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