lunes, 19 de abril de 2010

Escupiendo al cielo

Una tragedia evitable, o cómo tapar el sol con las manos.

1995, 1994, o por aquellos años. Ultimos números de la revista "La Ventana" dirigida por Fifo Roggero. Nota sobre pintadas en diferentes colegios. Una serie de solicitadas qwue involucraban directamente a alumnos de un establecimiento educativo privado de MErcedes. Las leyendas eran firmadas directamente como Sampa. Día de la primavera. Invitación irónica a la supuesta fiesta que ya tenía dueño: Sampa.
Primeras manifestaciones de una intolerancia de un grupo, minúsculo, contra toda una sociedad que los contenía pero de la cual se diferenciaban claramente. Los comienzos de un largo y sinuoso camino de segregación, intimidación patoteril, agresiones e insultos hacia los otros, los distintos, los no elegidos, los negritos y otras yerbas.
La fiesta de la primavera, desde aquel entonces se convirtió en un campo de batalla semiótica sobre la titularidad de su propiedad. La cuestión se propagó y el ejemplo - mal ejemplo - de las banditas y sus alegorías sobre el machismo soterrado de a ver quien la tiene más grande, se extendió como mancha sobre la conciencia de los otros, los otros colegios que copiaron ese ejemplo. Surgieron así otras banditas, de otros colegios, que quisieron jugar en el mismo terreno de la alevosía y la provocación contra los primeros; los sampa, los verde amarelos, los que pintaban los frentes de los colegios con sus leyendas injuriosas.
La locura siguió propagándose. La pelea que era entre colegios y sus respectivas bandas, se diseminó y fragmentó. La cuestión exedía los colores, los cursos, las promociones.
Eso devino en lo que el sábado pasado se vivió en Mercedes. La muerte alevosa y cobarde de un chico a patadas. Ocultar el hecho, su significado, lo que encierra y lo que deja al descubierto, es como tapar el sol con la mano y negar su luz. Es como escupir al cielo sin darse cuenta que, muy probablemente ese gargajo nos caiga encima.
Bueno es refescar la memoria con esos artículos del pasado que nos delatan como una sociedad olvidadiza, enferma de soberbia e hipócrita. Yo voy a la marcha este viernes, en contra de las banditas violentas de MErcedes. VOS?

jueves, 8 de abril de 2010

Prosperidades cotidianas pueblerinas

Donde está el crecimiento, está el negocio.


Caminar por las calles de Mercedes depara muchas veces algunas sorpresas. Muchas son gratas, algunas preocupantes. Sin ánimo de calificar esta anécdota, podríamos concluir como sorpresa a secas lo que uno se encuentra en las aceras mercedinas.
Pegado al tronco de un árbol aparece un papel con la leyenda "MErcedes tierra bendecida por Dios" en letras pequeñas se anuncia una sigla ISRAEL-. What´s? La curiosidad hace que uno se acerque al papel y encuentre que es una "publicidad" de una nueva iglesia evangélica radicada en la ciudad. La sigla encierra un nombre largo de traducir y transcribir aquí pero la curiosidad da paso a observación atenta de que en estas tierras pampeanas lo que está proliferando son las iglesias. Muchas bajo el término evangélico.
PAreciera que hay un resurgimiento del espíritu en estos pagos, donde la sed de una experiencia religiosa se ve apaciguada por estos nuevos "emprendimientos" espirituales.
Pero también otra necesidad que está en alza calma su sed con la proliferación de bares y lugares para tomar. Otro adjetivo calificativo para esta ciudad del oeste bonaerense y que hace de su imagen hacia el afuera: los mercedinos somos grandes bebedores de alcohol, consumidores de cerveza. Cuantas cervezas se consumen por fin de semana es un dato que nadie maneja pero que todos suponen como exhorbitante. La vieja Dumer era el negocio apreciado por lo bolicheros de antaño al distribuir la marca de cerveza que más consumen los argentinos.
Hay una profunda sequedad que reclama ser saciada por el alcohol como por la palabra segrada de la fe. Alcohol y fe parecieran ir de la mano en estos momentos. Ambas necesidades estan siendo atendidas. Se podría hacer un relevamiento de la cantidad de iglesias y boliches que hay en Mercedes, no?